España saca el orgullo
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España sacó el orgullo y el fútbol para golear a una endeble Eslovaquia, que nos echó una mano al meterse dos goles en su portería. Jugamos con intensidad, toque y valentía. A Luis Enrique le salió perfecta su revolución, con cuatro cambios en el once, y la selección se dio un festín goleador para acabar segunda de su amable grupo en la Eurocopa. También marcaron Laporte, Sarabia y Ferran Torres. Morata, ovacionado por La Cartuja, falló un penalti en la primera parte. En octavos nos espera Croacia.
Luis Enrique hizo de las suyas. Como decía el mítico Yoyas, de Gran Hermano, «pa’ chulo, chulo, mi pirulo». El seleccionador español, que barruntaba cambios en la alineación, se cascó un once de autor. Y de aúpa. Se cepilló de un plumazo a Pau Torres, Marcos Llorente, Rodri y Dani Olmo e introdujo (con calzador) a Azpilicueta, Eric García, Busquets y Sarabia. Nadie podrá decir que se lo esperaba.
Tiene narices que en un grupo con Suecia y Polonia como rivales, amables como un mayordomo inglés, el partido ante Eslovaquia acabe siendo definitivo para España. Pues lo era. De salida, Luis Enrique, entre tanto cambio, repetía con Unai Simón bajo los palos, con línea de cuatro atrás formada por Azpilicueta, Eric García, Laporte y Alba; tres centrocampistas por delante, Busquets, Koke y Pedri; y tres jugadores arriba: Sarabia por la derecha, Gerard Moreno por la izquierda y Morata, siempre en el punto de mira, como delantero centro.
A eso de las seis de la tarde, con sol implacable iluminando el césped (por llamarle de algún modo) de La Cartuja, tras el loroloro del himno nacional, comenzó el España-Eslovaquia que nos aceleraba el pulso. Al menos al menda. Jesusito de mi vida, que eres niño como yo, que nos meta un gol Morata y Gerard Moreno dos.
Salimos con la prisa que un diputado abandona el hemiciclo en víspera de un puente. Dominamos. Apretamos. La primera ocasión llegó a los cuatro minutos y la tuvo, quién si no, Morata. Tiró un buen desmarque, se internó en el área y su tiro raso lo sacó abajo Dubravka, portero eslovaco con nombre de vodka, con mano firme. Tampoco Pedri supo aprovechar el rechace.
Manda España
España tradujo su dominio en un penalti de VAR, clamoroso y obsceno, pero de VAR, que Hromada cometió al intentar despejar el balón y despejar la pierna de Koke. Morata se la pidió, como en el cole. ¿Adivinan el final? Pues sí. Falló. Erró. La pifió. Tiró a romper y volvió a demostrar que le han mirado a la vez todos los tuertos que en el mundo han sido.
Superado el varapalo España siguió a lo suyo. Atacar por dentro, por fuera, por el centro y por los costados. Por cualquier sitio. Llegó otra ocasión clamorosa en el 17 tras un pase delicioso de Pedri, que no supo rematar Sarabia en boca de gol. Tampoco un minuto después el propio Pedri pudo aprovechar en el segundo palo el centro llovido de Azpilicueta que había peinado Morata.
Por cierto que el delantero español, inasequible al desaliento, volvió a intentarlo en el 23 con un disparo lejano que rechazó adornándose el meta Dubravka. Precisamente el portero eslovaco, pianista aficionado, nos echó una mano para conseguir en el 29 el gol que habíamos merecido durante tanto tiempo. Todo nació de un tiro violentísimo de Sarabia, que se estrelló contra el larguero. Llegó Dubravka y, en su intento de despejar, se la metió dentro.
Gracias, Dubravka
Como le dijo Di Stéfano a aquel portero de cuyo nombre no quiero acordarme, «las que van dentro no me preocupan, pero no metas las que van fuera». En todo caso: gracias, Dubravka. El gol reafirmó a España en sus posiciones. El dominio de la selección de Luis Enrique era rayano en el acoso.
España fue levantando el pie y dio un respiro a Eslovaquia. Aun así no dejamos de merodear el área de nuestro querido Dubravka. Al final, poco antes de que Kuipers pitara el descanso, hicimos el segundo. Lo marcó Laporte después de una genialidad de Gerard Moreno, que hizo tuerking con la pelota en el área pequeña y se la puso en la cabeza al central del City.
Con el 2-0 nos fuimos al descanso, del que regresamos con un par de cambios en Eslovaquia. Luis Enrique, contento con los suyos, no tocó nada. Hizo bien. España siguió manejando el partido aunque Eslovaquia trató de estirarse. Busquets gobernaba el centro y Sarabia, muy activo, aparecía por cualquier lado.
Paseo en La Cartuja
Y fue Sarabia el que marcó el tercero en el 55. España cocinó la jugada con Eslovaquia replegadísima. La pelota derivó en los pies de Jordi Alba, que vio el desmarque de Sarabia. El jugador del PSG, de los más destacados de España, hizo el tercero con la calma propia de los buenos futbolistas. La selección de Luis Enrique finiquitaba el partido, a la vez que Suecia hacía el segundo, lo que casi nos condenaba a ser segundos si no llega a ser porque Lewandowski consiguió raudo el 2-1.
Superamos la hora de partido y teníamos por delante media hora insulsa, que bien podría utilizar Luis Enrique para probar cosas. Lo hizo en el 64: Ferran Torres por Morata, aplaudido por un público que mostró cariño, magnanimidad y paciencia a partes iguales.
Y tardó menos de un minuto en anotar un golazo ma-ra-vi-llo-so. Pedri y Sarabia dibujaron una pared milimétrica y el crack del City la puso al área. Allí entró Ferran Torres para sacarse un recurso bello y efectivo: el taconazo. El gol lo habría firmado el mismísimo Guti.
En el 70 Pau Torres y Thiago suplieron a Busquets y a Eric García. Y un minuto después llegó el quinto. Se lo volvió a meter un eslovaco, esta vez Kucka, que anotó en su propia portería después de un remate envenenado de Pau Torres. Pues eso, el mítico propia puerta se convertía en máximo goleador de España en la Eurocopa con dos tantos.
Más cambios de Luis Enrique. Adama, deseado por Sevilla, y Oyarzabal, por Gerard Moreno y Azpilicueta. Eran los minutos de la basura pero La Cartuja coreaba el juego de España con olés taurinos. España dejó pasar el tiempo mientras Lewandowski, que anotaba un doblete a Suecia, nos hacía líderes de grupo.
Al final España no quiso hacer más sangre eslovaca y acabó sellando el 5-0, descorchó el tapón del ketchup goleador (o del champán, que diría Luis Enrique), pero el gol postrero de Suecia nos condena a ser segundos de grupo. Nuestro rival en octavos será la Croacia de Modric.
Pero esa ya será otra historia.
Y se la contaremos.